Estos nombres se corresponden con los de antiguas cortijadas, muchas de ellas aún habitadas en la actualidad. Mantienen el encanto de las zonas rurales de montaña, cuya propia orografía las hace más aisladas y tranquilas. Cuando el mes de enero está a punto de finalizar, estos parajes adquieren el color blanco rosáceo de la flor del almendro, tornándose al verde con la maduración del fruto.
En Serena hay una fuente de aguas cristalinas, un molino harinero y perviven los restos de una mezquita. Los Albaricos, prácticamente despoblado en la actualidad, contaba con servicios únicos en el Municipio como la escuela y la fonda en la época de las minas. El camino hacia Los Matreros, en el límite con Antas, es una sucesión de pequeños cortijos con sus huertas adosadas. Estas se riegan con acequias, proporcionando una sensación de frescor muy de agradecer cuando aprieta el calor. En estos lugares podemos disfrutar del genuino ambiente rural del Levante Almeriense.